El protagonista se hace una pregunta válida: por qué, en un mundo obsesionado con los superhéroes, no hay siquiera UN solo loco que se disfrace y salga a parar crímenes?
Un muchacho loco con sus paquitos de Batman y Supermán, etc., decide convertirse en justiciero enmascarado, con ajuar completo incluyendo una macana, y sale a la calle en busca de “criminales” que enfrentar. Cuando se topa con un par de ladronzuelos de carro, los enfrenta con valentía y no mucho más, y recibe a cambio una paliza tan grande que, durante la necesaria intervención quirúrgica que sigue en el hospital, él pierde la sensibilidad en las terminales nerviosas. Ahora el chico no siente ningún dolor. Esto es, claro está, un buen poder para alguien que quiere ser superhéroe. Pero no quita que le sigan dando palizas, sólo que ahora no las siente, jeje. El chico se mete en una historia paralela de unos vigilantes en guerra contra un mafioso, y las cosas se ponen mucho pero mucho más violentas y complicadas para él como superhéroe, aunque van mejorando para él como adolescente.
Las actuaciones son aceptables, y el papel secundario de Nicolás Jaula es bueno, pero la película se la roba la hija de Nic, la mejor heroína que he visto en celuloide. Qué muchachita que pelea! Es sin ningún tipo de piedad que la niña de 10 años entra en situaciones que a un hombre hecho y derecho le hace temblar las rodillas, y “elimina” a la competencia como si fuera jugar muñecas. Siempre que estuvo en pantalla me la pasé entre sorprendido con la boca abierta y riéndome de lo bárbaro y fuera de espectativas. Entretenida, buena sorpresa.
Todo-lo-que-se-compra-por-internet-mejora-cuando-le-añades 8.1 ametralladoras de 10.
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