Randy el Carnero era uno de los famosos en la lucha libre de los años 80, estilo Hulk Hogan o André el gigante. Todo el mundo lo adoraba, el tenía su movimiento especial con el cual “terminaba” a sus contricantes. Todo un héroe de las multitudes, con muñequitos de acción y posters, sus peleas llenaban arenas completas de fanáticos. La película comienza en el 2008, Randy es una sombra de quien era, un tipo quejumbroso, algo amargado, solo y solitario, viviendo del recuerdo (y de la ocasional lucha en un gimnasio de colegio con 20 o 30 espectadores). Es la historia de un hombre que llegó a la cima de su profesión y los excesos y malas decisiones lo empujaron hasta el fondo.
No creo que haya mejor actor para este papel que Mickey Rourke, el una vez buenmozón encaminado a gloria de Hollywood que, por impulso, locura, o excesos y malas decisiones, dejó todo y se volvió boxeador. Unos buenos años después no quedaba nada del buenmozón y sí una cara destrozada y un potencial fallido. Pero así como el Carnero trata de recuperar un poco de su perdida gloria, aun en contra de las recomendaciones de los doctores y las súplicas de una potencial pareja, así Mickey logra un increíble regreso a la actuación, culminando con una muy merecida nominación al Oscar. Es una actuación sin restricciones, libre de ego, cruda y a flor de piel. El guión no es muy complicado, nos da muchos datos y momentos detrás de bambalinas mostrando a los luchadores como verdaderamente son, gladiadores amistosos que desbaratan su cuerpo para el entretenimiento del público.
8.5 brazos-de-poder-en-cada-cucharada de 10.
No creo que haya mejor actor para este papel que Mickey Rourke, el una vez buenmozón encaminado a gloria de Hollywood que, por impulso, locura, o excesos y malas decisiones, dejó todo y se volvió boxeador. Unos buenos años después no quedaba nada del buenmozón y sí una cara destrozada y un potencial fallido. Pero así como el Carnero trata de recuperar un poco de su perdida gloria, aun en contra de las recomendaciones de los doctores y las súplicas de una potencial pareja, así Mickey logra un increíble regreso a la actuación, culminando con una muy merecida nominación al Oscar. Es una actuación sin restricciones, libre de ego, cruda y a flor de piel. El guión no es muy complicado, nos da muchos datos y momentos detrás de bambalinas mostrando a los luchadores como verdaderamente son, gladiadores amistosos que desbaratan su cuerpo para el entretenimiento del público.
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