
No creo que haya mejor actor para este papel que Mickey Rourke, el una vez buenmozón encaminado a gloria de Hollywood que, por impulso, locura, o excesos y malas decisiones, dejó todo y se volvió boxeador. Unos buenos años después no quedaba nada del buenmozón y sí una cara destrozada y un potencial fallido. Pero así como el Carnero trata de recuperar un poco de su perdida gloria, aun en contra de las recomendaciones de los doctores y las súplicas de una potencial pareja, así Mickey logra un increíble regreso a la actuación, culminando con una muy merecida nominación al Oscar. Es una actuación sin restricciones, libre de ego, cruda y a flor de piel. El guión no es muy complicado, nos da muchos datos y momentos detrás de bambalinas mostrando a los luchadores como verdaderamente son, gladiadores amistosos que desbaratan su cuerpo para el entretenimiento del público.
8.5 brazos-de-poder-en-cada-cucharada de 10.
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