
La película nos muestra las dificultades que se le atravesaban durante el tiempo de guerra, además de las dificultades que tenía en su camino cada vez que volvía a su tierra natal. Además, la parte de la película que se desarrolla en el campo de guerra es enmarcada por una cacería mutua entre nuestro protagonista y otro francotirador del enemigo.
Esta es una película, y una vida, que se puede ver de diferentes ángulos. En un ángulo, el cual parece ser el predominante en los Estados Unidos ya que la película ha hecho mucho dinero en la taquilla, nuestro protagonista es un ejemplo más del “excepcionalismo norteamericano”, esa imagen que en su generalidad los que vivimos aquí tenemos de nosotros mismos (no vamos a entrar aquí en qué tan correcta o incorrecta es esa visión), un hombre que se destaca en su carrera y logra los acólitos más altos. El otro ángulo es el que nos enseña lo terrible que es la guerra, para los hombres en particular y sus familias, no sólo aquellos que mueren sino también los que viven y deben volver a la vida que tenían antes, pero claro, cambiados por lo sufrido. Quizá el final de la historia, tanto de la película como del personaje principal en la vida real, indique más el segundo ángulo que el primero.
Es muy buena película, con buenas actuaciones (me sorprendió la buena actuación de la esposa del protagonista, primera vez que le creo que es actriz), un buen mensaje si lo sabes leer, y mantiene la tensión en los momentos adecuados. No la veía como la mejor película del año, y no ganó. Escribiendo esto, y volviendo a pensar en las otras películas que he visto de Clint Eastwood, me doy cuenta de que sus protagonistas normalmente no sobreviven sus películas. Qué fuerte.
7.1 momentos en batalla que le dan a entender a uno que el entrenamiento militar es para aprender a no cargarse en los pantalones de 10.
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