Casi todos los críticos de cine viven acabando con las comedias románticas simplonas que utilizan los mismos truquitos y enredos, o versiones diferentes de los mismos, resultando en un mercado de réplicas. Pero a alguien le debe estar gustando, porque no dejan de hacerlas. Y casi todas las actrices hacen sus carreras basadas en este tipo de películas, o han pagado peaje en ellas. De vez en cuando alguien tiene una idea “original”, y la com rom sobrepasa expectativas y se une al panteón de las clásicas (La Princesa Esposa, Mujer Preciosa, etc.). Esta película no es una desas ni de cerca, pero tiene a una de las actrices más buscadas para este tipo de tramas en el momento.
Catherine es la mejor amiga de una chica que se acaba de casar con un chico, quien es el mejor amigo de Josh. La nueva pareja intentó que Cat y Josh también salieran, pero las personalidades son tan diferentes quellos ahora de chepa sólo se toleran, pero como tienen amigos en común, tienen que mantener la fachada amistosa. Ahora es cuando esta comedia se pone bien negra, porque para que funcione la premisa sucede lo siguiente: los amigos casados tienen una bebita, y luego mueren en un accidente. Como ninguno tenía familiar cercano, han dejado como encargo de crianza de la beba a Cat y Josh. Ambos. Y estos tienen que lidiar con el drástico cambio de vida. A eso se refiere el título, la vida como la conocíamos ha cambiado.
Y luego volvemos a la comedia.
Sin embargo, aun saliéndonos tonalmente de la historia por unos buenos 20 minutos, la comedia me la encuentro suficientemente divertida. A mí me gustan. Deben ser verdaderamente disparatosas para que no me gusten. Y Catherine, en películas, normalmente no me cae como un peñón.
La peli da risa, aunque a veces sean momentos de humor juvenil tonto, y uno pasa un buen momento. Sabes exactamente en qué va a acabar todo, que siempre hay un último problema faltando 20 minutos para el final que aparentemente acabará con la pareja en cuestión, sólo para resolverse en un dos por tres. Pero es como las comidas que te gusta comer, no necesariamente son extravagantes cenas en un restaurante, sino quizá ese espagueti o plátano frito o pastelito o sancocho (ya me dio hambre), que no estaría en ningún menú pero tú lo prefieres porque siempre te sabe bien.
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