
La historia es la siguiente: el jefe de una mafia poderosa en una ciudad de Corea vive en un edificio de muchos pisos, 20 o algo así. Es básicamente una fortaleza, porque todos los pisos están ocupados por los maleantes que él contrata para hacer fechorías, y por gente pobre que no tiene otro lugar para vivir. Todos, o casi todos, se oponen a la intromisión de la policía, y es imposible penetrar la estructura sin que alguien se dé cuenta y avise. Un escuadrón selecto de la policía decide infiltrar el edificio, haciendo una redada con el fin de capturar al jefe, vivo o muerto, y eliminar este nido de ratones. No se imaginan la cantidad de armamento y trampas en cada piso que deben ganar para cumplir el objetivo.
Nuestro protagonista es un novato de la academia que tiene habilidades prodigiosas como luchador de artes marciales, y le sirven muy bien cuando las balas dejan de volar.
En esta película las patadas y trompadas abundan, y los tiros también. Es tensa y bien filmada, y si no sabes coreano, pues no importa mucho lo que dicen, aunque todo está escrito debajo.
La recomiendo. Ahora tengo que ir a ver la segunda parte. Ah, y Hollywood, claro está, ya comenzó a cocinar una versión americana de la trama (aunque la última Dredd hizo un buen trabajo con la misma premisa).
8 de 10.
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