La última película en esta trilogía es más aburrida que las otras dos, pero todavía tiene momentos de verdadera risa y siguen atreviéndose a hacer muchas cosas verdaderamente inapropiadas.Esta vez los chicos se reúnen luego de la muerte del padre de Alan (el loco barbón que los drogó en las otras dos películas) para acompañarlo en su entrada a un establecimiento siquiátrico que supuestamente lo ayudará a mejorar sus problemas sicológicos. En camino al lugar son emboscados por un nefario criminal y sus secuaces, quienes requieren de los ‘servicios’ de los chicos para encontrar a Chow, el aun más loco asiático delincuente de las primeras películas, quien recién se ha escapado de la prisión donde lo dejamos la última vez. Chow ha mantenido correspondencia con Alan, y entablado una buena (aunque tóxica) amistad, así que lo lógico es usar a Alan para llegar a Chow. Las cosas van empeorando, hay robos, asesinatos, otra visita a la Ciudad Del Pecado donde todo originó, cárcel, etc. Como siempre.
La historia es floja. Muchos se quejaron de la segunda parte porque era muy parecida a la primera, pero en ambas yo me destornillé de la risa. Creo que creativamente es mejor haber cambiado la historia, como lo hicieron aquí, pero no resultó tan exitoso como esperaba. Si me reí, pero no llegó al nivel de mis expectativas. Observando el total, fue una buena trilogía, y los chistes del final, en la mañana luego del evento, son tan atrevidos como siempre.
7 operaciones-que-no-me-explico-cómo-lograron-en-una-noche-pero-el-efecto-es-logrado de 10.
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